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lunes, 21 de octubre de 2013

20:10

La fragilidad de la vida ha llevado al ser humano a buscar formas de preservar momentos de valor emocional. En siglo XIX con el surgimiento de la fotografía también nace una práctica que se popularizó en la Europa victoriana y que se extendería por varias partes del mundo.

La fotografía post mortem es aquella que se le realizaba a los cadáveres previamente ataviados con las ropas que usaban en la vida cotidiana, limpiados, maquillados y hábilmente tratados para que simularan tener aún vida. 

                                         

En muchas ocasiones la familia posaba junto al difunto para un último retrato. En la época victoriana el llevar acabo estas sesiones fotográficas  no se consideraba un acto morboso o de mal gusto como se podría pensar en nuestros días. Bajo la influencia del Romanticismo , las familias rendían con nostalgia un tributo a sus seres queridos.


En una época donde aproximadamente de 100 niños que nacían en la clase obrera 57 morían antes de cumplir 5 años y  la esperanza de vida para un hombre promedio era de 50 , la muerte estaba más presente dentro de la sociedad de lo que esta ahora. Siendo más económica que una pintura , la fotografía represento una forma accesible de inmortalizar momentos para las familias.




Los fotógrafos tenían que tener un cuidado excepcional.  El maquillaje en los parpados, el rubor en las mejillas, la iluminación y la ambientación todo debia ayudar a simular que la vida no habia abandonado el cuerpo del ser querido. Existen fotografías que muestran a los difuntos de pie, sonriendo o en posiciones difíciles de lograr en un cuerpo muy  rígido  debido a la muerte.




Bebes en sus cunas, niños rodeados de sus juguetes o personas en un breve descanso que parecía que despertarían más tarde son los escenarios comunes que retrataban los fotógrafos. 




Los fotógrafos se valían de sus  habilidades y de artilugios que los ayudaban a mantener a los muertos en posiciones lo más naturales posibles. Para tomar un retrato en el siglo XIX el difunto y sus familiares debían soportar largos periodos de exposición. Por lo tanto se utilizaban soportes tanto en la cabeza como en las extremidades del cadáver para mantener una posición determinada los cuales se ocultaban dentro de la ropa.

Se utilizaban objetos iconos relacionados con la muerte del familiar. Relojes que señalaban la hora de la muerte del ser querido o por ejemplo , una rosa hacia abajo  con el tallo cortado que indicaba  la muerte de una persona joven. 



En esta  fotografía la joven que esta de pie es el familiar muerto.

Una mirada inexpresiva, un tono de piel más oscuro en las extremidades o el hecho de que aparecieran más nítidos en las fotografías al carecer de movimiento  era lo que hacia  la distinción entre los difuntos y sus seres queridos .

Existe belleza dentro de estas fotografías a pesar de lo desconcertantes que pueden llegar a ser. El sentimiento de nostalgia y misticismo que existe dentro de ellas nos hace recordar lo efímero nuestro paso por este mundo.  





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